Posted: 01 Feb 2012 03:00 AM PST
El uso de insectos y otros
artrópodos como armas de guerra e instrumentos de tortura no es una idea
nueva. De hecho, es tan antigua como la propia humanidad. En una
reciente revisión en Annual Review of Entomology, Jeffrey A. Lockwood,
entomólogo de la Universidad de Wyoming y autor de Six-Legged Soldiers:
Using Insects as Weapons of War (Oxford University Press, 2008), da un
repaso histórico al uso de insectos en los conflictos humanos como medio
para causar hambre, sufrimiento y enfermedades.
La prehistoria
El
uso de insectos como armas de guerra data del Paleolítico superior.
Lanzar nidos de abejas, avispas u hormigas en cuevas, lugares protegidos
o de difícil acceso era un práctico sistema para obligar a salir al
enemigo. También se podían usar los compuestos tóxicos que producen
algunos insectos para fabricar flechas envenenadas.
Edad Antigua
Las
civilizaciones antiguas eran conscientes del potencial de los insectos
para provocar dolor y sufrimiento en el enemigo. En el Antiguo
Testamento hay algunas referencias a las avispas para deshacerse de los
adversarios:
De
las diez plagas de Egipto que se mencionan en el Éxodo, al menos a
cinco se les ha dado una interpretación entomológica: la tercera
(mosquitos o piojos, dependiendo de las interpretaciones), la cuarta
(moscas o tábanos), la quinta (cínifes), la sexta (mosca de los
establos) y la octava (langostas).
El uso de insectos como instrumentos de tortura también estaba extendido. Los persas idearon un método bastante cruel denominado escafismo y las tribus siberianas se valían de mosquitos y moscas hematófagas para, literalmente, ejecutar a picotazos a los prisioneros. La falta de higiene en aquellos tiempos convertía a las pulgas, a los piojos y a los mosquitos en los instrumentos perfectos para provocar enfermedades como la peste o la malaria. Los métodos eran variados, desde lanzar cadáveres o animales infectados durante los asedios hasta forzar a los invasores a acampar cerca de pantanos o humedales.
Edad Media y Edad Moderna
En
Europa, las abejas se usaron hasta el siglo XVIII para repeler a los
invasores durante los asedios. Las colmenas fueron un proyectil habitual
de las catapultas entre los años 1000 y 1300 y también se emplearon
como armamento naval hasta que las balas de cañón las desplazaron.
En Gran Bretaña, las murallas de los
castillos se construían con huecos para albergar colmenas que se
convertían en una gran defensa si el castillo era atacado.
Las
pulgas continuaron siendo los aliados más socorridos durante los
asedios. Las acciones más expeditivas consistían en lanzar animales o
cadáveres infectados al interior de las ciudades asediadas. Así lo
hicieron los mongoles en 1346 después del intentar sitiar Caffa
(Teodosia) durante tres años. Antes de retirarse diezmados por la peste,
los mongoles lanzaron los soldados muertos al interior de la ciudad en
lo que puede considerarse el prólogo de la peste negra, una de las
pandemias más devastadoras que ha sufrido Europa (con permiso de la
pandemia de gripe de 1918), responsable de 25 millones de muertes.
Edad Contemporánea
Algunas
de las grandes derrotas de Napoleón no fueron provocadas por sus
enemigos, sino por enfermedades transmitidas a través de insectos: la
peste (pulgas) en su enfrentamiento contra el Imperio Otomano en 1799,
la fiebre amarilla (el mosquito Aedes aegypti) durante un intento de
sofocar una rebelión en Haití en 1801 y el tifus (piojos) y la
disentería (moscas) en su intento de invadir Rusia en 1812.
Dos
tercios de las 488.000 bajas durante la Guerra de Secesión (1861-1865)
fueron provocadas por enfermedades, siendo las principales responsables
la malaria (transmitida por mosquitos) y las enfermedades intestinales
(a través de las moscas). La guerra civil estadounidense fue quizá el
primer conflicto moderno en el que se emplearon los insectos como arma
de guerra con conocimiento de causa. Mientras acusaban a la Unión de
haber introducido la chinche arlequín (Murgantia histrionica) desde
México para destruir sus cosechas, los confederados explotaban el uso de
la malaria como arma táctica.
Por otra parte, los nativos
americanos usaban hormigas como instrumento de tortura para provocar
una muerte lenta y dolorosa (¿quién no ha escuchado alguna vez la
truculenta historia de víctimas enterradas hasta el cuello en
hormigueros?) y Nasralá Bajadur-kan, emir de Bujará (Uzbekistán) a
mediados del siglo XIX, tenía su particular «cámara de los horrores
entomológicos» consistente en un foso de siete metros de profundidad
tapado con una reja de hierro y lleno de chinches asesinas y garrapatas.
La Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial
se suele considerar un conflicto en donde se experimentaron una gran
variedad de tácticas y armamentos. La comprensión del papel de los
insectos como vectores para la transmisión de enfermedades convirtió a
los campos de batalla en un laboratorio a escala continental. Los
militares comprendieron que si los piojos ganaban en las trincheras, sus
soldados perderían en el campo de batalla ya que el tifus podía
cobrarse más vidas que las bombas y las balas. Esta forma de guerra
entomológica «pasiva» se usó durante todo el siglo XX y en ella los
militares protegían a sus propias tropas mientras provocaban el mayor
destrozo posible para favorecer la aparición en el enemigo de
enfermedades transmitidas por insectos.
La Segunda Guerra Mundial
De todos los desmanes que
provocó Japón durante su ocupación de Manchuria y el sudeste asiático
(que aún hoy en día levanta ampollas porque Japón tiende a minimizar su
impacto), la infame Unidad 731 se lleva la palma de las atrocidades.
Destinada en la ciudad china de Harbin, esta unidad del ejército
imperial comandada por Shirō Ishii realizó ensayos de guerra
bacteriológica y química con prisioneros de guerra y civiles chinos.
Aunque el resto de los
aliados llevaba cierto retraso, no
. Los
estadounidenses se encontraron al principio con dificultades, aunque a
partir de 1939 una serie de comités recomendaron investigar si los
mosquitos podían transmitir varias enfermedades simultáneamente para
usarlos como arma ofensiva. Fort (Camp) Detrick, en Maryland, se
convirtió en una de las instalaciones más punteras de la guerra
biológica y entomológica.
Por otro lado, los
canadienses estudiaron la posibilidad de extender la fiebre amarilla con
el mosquito Aedes aegypti y los británicos realizaron estudios
preliminares para el uso de moscas como vector para Salmonella y se
concentraron en convertir el ántrax en un arma.
Los alemanes tampoco se
quedaron atrás y entre 1941 y 1945 estudiaron el potencial de al menos
15 especies de pulgones, escarabajos, chinches, moscas y polillas para
destruir cosechas, pastos y árboles. Al final, el escarabajo de la
patata se reveló como la especie más apropiada para usarla como arma.
Hay indicios de que los
soviéticos usaron la tularemia, una enfermedad transmitida por
garrapatas y tábanos, para infectar a miles de soldados alemanes a las
afueras de Stalingrado.
Guerra Fría
Fort Detrick desarrolló una
gran variedad de patógenos y vectores entre los que se incluían
mosquitos infectados con fiebre amarilla, malaria y dengue, moscas
portadoras de disentería, cólera y ántrax, pulgas con peste, garrapatas
portadoras de tularemia, fiebre reincidente y fiebre de montaña.
Durante esta época es
difícil tomar en serio algunas afirmaciones debido al negacionismo de
unos y a la propaganda de otros. Por ejemplo, durante la Guerra de
Corea, los norcoreanos denunciaron a Estados Unidos ante las Naciones
Unidas por haber estado esparciendo por avión insectos portadores de
bacterias para propagar enfermedades. Los chinos incluso llegaron a
afirmar que los aviones estadounidenses habían soltado moscas,
mosquitos, arañas, hormigas, chinches de las camas y pulgas en amplias
áreas. Una comisión de seis científicos reunidos por el Consejo Mundial
de la Paz, una organización financiada por la Unión Soviética, concluyó
después de dos meses de investigación que los Estados Unidos habían
estado empleando 14 especies de artrópodos infectados con al menos ocho
tipos de organismos patógenos. Evidentemente, los Estados Unidos negaron
haber estado investigando el uso de artrópodos para la guerra
biológica. Resulta irónico que lo desmintiera el jefe de la División
entomológica de Fort Detrick.
Durante la guerra de Vietnam se emplearon tres tácticas de guerra entomológica:
Durante la crisis de los
misiles cubanos, los asesores del presidente Kennedy incluyeron la
guerra entomológica entre los posibles escenarios. Se sabe que el Cuerpo
de Ingenieros del ejército de Estados Unidos había colaborado con el
Departamento de Agricultura para estudiar el uso cigarrillas como
Perkinsiella vitiensis (que transmite el virus que provoca la enfermedad
de Fiji) contra los cultivos de caña de azúcar cubanos. Por su parte,
Fidel Castro ha acusado repetidamente a Estados Unidos del uso de plagas
agrícolas contra sus cultivos.
Usos modernos
Aunque ya no suponen una
amenaza como arma de guerra debido a los avances en higiene, vacunas e
insecticidas, los insectos se siguen usando como instrumentos de tortura
y se teme que puedan ser empleados como arma terrorista, ya sea para
transmitir enfermedades o como plagas agrícolas y del ganado.
Por ejemplo, en la primera
mitad del siglo XX los soviéticos usaban chinches de las camas como
instrumentos de tortura física y psicológica en los gulags. En China,
los seguidores de la secta Falun Gong han denunciado que eran desnudados
y maniatados a postes en lugares con grandes densidades de mosquitos y
también se ha dado el caso del uso de insectos por parte de los
estadounidenses como tortura psicológica contra los hijos de Khalid Shaikh Mohammed, el principal organizador de los atentados del 11 de septiembre.
Para el que se haya quedado
con ganas de saber más (y le queden ánimos para hacerlo), el propio
Jeffrey A. Lockwood habla sobre el tema del que lleva 25 años
investigando:
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lunes, 21 de marzo de 2016
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